KiBum sólo sonrió.
— ¿Repetir?— inquirió con una
sonrisa socarrona— Por favor, si ni siquiera has empeza…
Sin embargo, KiBum no pudo
terminar de molestar a JongHyun, porque éste ya se había lanzado sobre sus
labios, y lo tenía acorralado entre su cuerpo y la pared. Movía la boca con
insistencia, quitándole al menor el poco aire que restaba en sus pulmones, y
sus manos recorrían su cintura de arriba abajo, de izquierda a derecha, por
sobre la tela de su camiseta.
— Jon… Jonghyun…— llamó el menor,
separándose del otro y jadeando— No hay prisa…
— Ya— el mayor rodó los ojos con
una sonrisa— ¿Ahora me vas a decir que no te gustas así?
— No, pero es que…— KiBum se
detuvo. En verdad no sabía qué decir. Sólo le gustaría que por una vez JongHyun
fuese un poco más delicado…
— ¿Y bien?— inquirió el mayor.
— Así está genial— terminó por
responder KiBum.
Ya en otra ocasión sería más
lento. Ahora hacía casi dos semanas en que lo más romántico que había sucedido
entre ellos había sido un beso rápido antes de salir corriendo a alguna de las
actividades. Y cuando no había actividades… pues estaban los chicos. Y claro,
era excitante que estuviesen cerca cuando ellos estaban… haciendo cosas en su
habitación, pero la semana pasada habían estado a punto de encontrarlos en
plena sesión, y ninguno de los dos tenía ganas de que eso sucediese de nuevo.
JongHyun apretó la cintura del
menor, mientras éste hundía sus manos en el cabello del otro. KiBum no esperó a
que el mayor abriese la boca, si no que invadió ésta directamente con su
lengua, haciendo que JongHyun soltara un gemido levísimo, pero que no pasó
desapercibido para él. KiBum atrajo más hacia él, si era posible, la cabeza de JongHyun,
alcanzando con su lengua el fondo de la boca del otro.
— ¡Mmm!— gimió JongHyun,
empujando de la cintura al menor, para separarlo— ¡Hey, casi me atraganto!
— Admite que te gustó— replicó KiBum
con una mirada felina, y relamiéndose los labios enrojecidos por la brusquedad
del beso.
JongHyun tragó saliva, y exhaló
aire antes de volver a la faena. Después de todo, no todos los días tenía a KiBum
tan agresivo, y debía admitir que esa faceta del menor le gustaba bastante.
Disimuladamente, deslizó sus dedos por debajo de la camiseta de KiBum, tocando
la suave piel blanca que se tendía ante él. El menor se estremeció, y abrazó
más fuerte a JongHyun, tironeando del cabello de éste. Pero al sentir cómo la
tela de su camiseta se tensaba, quebró la unión de sus bocas.
— ¿Qué… Qué crees que haces?—
inquirió jadeando.
— ¿Cómo que qué hago?— contestó
el mayor en un susurro entrecortado por su rápida respiración— Quiero
deshacerme de esta maldita camiseta…
— Ni se te ocurra romperla—
amenazó KiBum, frunciendo el ceño— Es de esta tempora… ¡Ah!
JongHyun, haciendo caso omiso a
las palabras del menor, había llevado una de sus manos a la entrepiernas del
otro, acariciando lenta y tortuosamente.
— Jo… Jong…— gimió KiBum,
sosteniéndose de los hombros del mayor, cerrando los ojos y echando la cabeza
para atrás— Jonghyun…
— Key…— susurró el mayor sobre la
manzana del cuello del otro, y deslizando su lengua sobre ella con calma.
— Jongyun… habitación…— dijo con
un hilillo de voz KiBum, dejándose llevar por las caricias, e insistió— Jong…
— Ya, ya… sólo un rato…— murmuró
el mayor entre lametazo y lametazo, y suaves masajes a la parte íntima de KiBum,
que se retorcía bajo ellos.
— Jonghyun…— insistió KiBum.
— Demonios— masculló el otro,
jaloneándolo hacia el dormitorio— Despídete de… tu cami…
Y de un solo tirón, rasgó la tela
de la prenda superior de KiBum. Éste iba a protestar, pero el sólo hecho de
sentir cómo JongHyun empezaba a restregarse contra él le hizo olvidar lo que
iba a decir. Rápidamente, tumbó al mayor sobre la cama, deslizándose sobre él.
— Key…— gimió JongHyun.
— Shh…
El mayor rodó sobre el colchón,
posicionándose encima de KiBum. Sus labios comenzaron a descender por la pálida
piel de éste, que jadeaba desesperado.
— Apúrate— urgió con un gañido.
JongHyun se deshizo del pantalón
de KiBum y del suyo propio, pero se limitó a continuar con el tenso vaivén de
sus intimidades con la ropa interior de por medio, mientras su boca marcaba
silenciosamente el cuerpo del otro.
— Que te… apures…— gimió KiBum.
JongHyun bajó lentamente la
última prenda de KiBum, tomándose el tiempo para ver las expresiones de
urgencia que éste hacía. Los ojos cerrados, la boca abierta, un fino hilo de
saliva que salía provocativo de su boca… Descansó su mejilla contra el vientre
del menor, sintiendo el ritmo de su respiración agitada.
— Me encantas, Ki Bum…— susurró
contra su piel, y llevando una mano a la intimidad del menor, acarició con sus
dedos juguetones.
— Jong… Hyun…— las manos de KiBum
se enredaron furiosamente entre los cabellos oscuros del mayor, mientras sentía
cómo éste lo masajeaba de una manera tan lenta como excitante— Jong…
— Bum…
Jaló la última tela que cubría su
cuerpo, y ambos quedaron expuestos el uno al otro, con las pieles cálidas y el
sudor recién aflorando. Las manos húmedas y pegajosas, los alientos calientes,
y las expresiones que pedíann más sin que un sonido saliera de sus bocas, más allá
de los gemidos incontenibles.
Una boca encuentró a la otra, y
sus labios se fundieronn aprisionándose entre ellos. El dedo nervioso de JongHyun
se deslizó entre las piernas de KiBum, y se movió tímidamente en busca de su
entrada.
KiBum reprimió un quejido cuando
sientió la primera incomodidad, y se contentó mordiendo la boca de JongHyun, e
intentando que sus músculos se relajeasen, acción casi heroica. A la segunda
intrusión, sus uñas se encarnaron en la espalda del mayor, donde al día siguiente
seguro quedarían marcas. Sintió dentro de él romperse, querer contraerse y
separarse de nuevo.
— ¡Ah!— gimió, y lanzó el cuello para atrás. Sus bocas
ya no estaban juntas, pero la cabeza de JongHyun se inclinó sobre la oreja de KiBum,
lamiendo y susurrando palabras ininteligibles a los oídos de cualquiera, pero
perfectamente comprensibles para el menor.
— ¿En… serio?— preguntó éste,
jadeando, e intentando ordenar sus ideas y disfrutar de las sensaciones al
mismo tiempo— ¿Ahora sí… pides… permiso?
Un gemido más de JongHyun en su
oreja, y KiBum asintió frenéticamente, murmurando un “apúrate” más. Besos en el
rostro, en el cuello, mordidas, aliento chocando contra la piel que quema.
Y en un segundo, el mundo se
detuvo. Inmóviles. Sus caderas juntas, que no dejabann
espacio ni para el aire, y sus miradas que, conectadas, transmitían una y mil
cosas a la vez. La respiración se resguardó dentro de los pulmones, y no existió nada más que ellos dos.
El aire escapó al siguiente
instante, y JongHyun acomodó los brazos a ambos lados de la cabeza de KiBum.
— ¿Pu—Puedo…?
KiBum apenas dijo sí con la
cabeza, casi inconsciente. La almohada y las sábanas sobre las que se hallaba se
le antojaban ardientes, quemando su espalda. Pero JongHyun estaba más caliente, más
sudoroso y más apetecible en ese momento, así que no le da importancia a lo
anterior.
El mayor salió y entró de nuevo,
y el constante y rítmico vaivén de sus cuerpos comenzó. Suave, cadencioso,
martirizante. KiBum empujó sus caderas hacia el cielo, en busca de más
contacto, y sintió cada vez más dentro de él a JongHyun. Los gemidos resonando en los oídos del otro, y perdiéndose en las paredes color claro de la
habitación. Los labios besaban centímetros de piel, y las miradas se nublaban, sólo
pudiendo contener en la retina el rostro del otro.
Un sonoro gemido, más cercano al
grito, salió de la garganta del menor, y JongHyun supo que ha tocado ese punto.
El movimiento se tornó más rápido, desesperado, intentando irracionalmente adentrarse
más en el cuerpo que tenía debajo de él.
Unos segundos más en esa danza
que ambos conjuntaban a la perfección, y KiBum le lanzó una mirada al mayor, una
mirada que éste no se detuvo a contemplar mucho rato, sabiendo ya lo que
significa.
— Es… pera… Espera...
KiBum cerró los ojos, y trató de
obedecer al mayor. Espera… espera… ¿Cuánto iba a esperar?
— Key… Key…
Ya.
La voz de JongHyun ascendió en
nota, y la de KiBum no se quedó atrás. Sus bocas se buscan, sus bocas se
encontraron, sus manos se entrelazaron, y ambos se desplomaron con un grito al
unísono, uno hundiéndose en el colchón y el otro aplastando el cuerpo del otro.
Los dos jadeando exhaustos.
Pasaron un par de minutos antes
de que alguno hablara. Las bocas fabricaron saliva de nuevo, y las respiraciones
adoptaron esta vez el ritmo típico y reconocible del cansancio.
— Sábanas— dijo de pronto JongHyun.
— ¿La palabra mágica?— preguntó
con una risita KiBum, y el mayor bufó.
— ¿Puedes abrir las sábanas, por favor?
— Claro.
KiBum empujó a JongHyun para que
se elevara un poco, y jaló las sábanas debajo suyo. Lucharon unos segundos
hasta meterse dentro, y cubrirse por fin. El mayor enroscó sus brazos alrededor
de KiBum, y acomodó su cabeza sobre el pecho de éste.
— Jonghyun…— llamó el menor con
voz pastosa— Tengo hambre.
— ¿En serio?— murmuró el otro—
¿Qué quieres comer?
— ¿Pedimos comida china?
— ¿China?
KiBum asintió.
— Por mí está bien, pero en un
rato, ¿ya? Quiero quedarme así un poco más…
El menor contempló al adormilado JongHyun
sobre él, y sus labios sonrieron discretamente. Su mano se posó sobre la cabeza
del mayor, y comenzó a acariciar sus cabellos con delicadeza. Y de pronto,
recordó algo.
— Jonghyun…
— ¿Sí?
— Me debes una camiseta nueva.
***
— ¡¿Pero cómo es que te
olvidas…?!
En otro lado de la ciudad, Jin Ki
dejó incompleta la frase, y se puso de pie de la banca del parque, empezando a
caminar en círculos mientras murmuraba entre dientes. Sentados cerca se
hallaban MinHo y TaeMin, que luego de unos segundos de la reacción del mayor,
continuaron hablando animadamente.
— Pero, hyung, ¿eso es legal? No
creo que Kyuhyun—hyung sea tan malo con Jon…
— Tae, tú lo conoces, siempre se
sale con la suya. Es Kyuhyun, ¿recuerdas?
— Pero no creo que lo diga en
ser…
— ¡Minho!— chilló Jin Ki de nuevo—
¡Volvamos a casa!
— No podemos, hyung— resopló el
nombrado— Key—hyung y Jonghyun—hyung todavía deben estar rompiendo cosas.
— Escúchame bien, Choi Min Ho…—
Jin Ki levantó un dedo, y caminó amenazadoramente hacia el menor— Escúchame
bien… Voy a esperar UNA hora, no más, no menos. Luego vamos a ir a casa
continúen esos dos matándose o no. Vas a coger la billetera que se te ha
ocurrido olvidar, y vamos a salir a comprar pollo, ¿quedó claro?
MinHo asintió descuidadamente, y
volteó hacia TaeMin.
— ¡¿Quedó claro?!— chilló el
líder nuevamente.
Los otros dos dieron un respingo
sobre la banca.
— Sí, hyung, completamente claro— se apresuró a contestar MinHo,
antes lo cual Jin Ki recuperó su amable (y algo maniática) sonrisa.
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