Título: Tiny as soft breeze (Pequeño como brisa suave)
Autora: NaM
Género: Romance, Yaoi, AU
Ráting: +15
Pareja: Joon Myeon x Yixing
Aclaraciones: Yixing es mayor que Joon Myeon.
Los mejores momentos son cuando Yixing toma su guitarra, y Joon Myeon se acurruca ente él y el instrumento, y vuelve a ser el niño de dieciséis que siente que siente a veces que no ha dejado de ser. La única diferencia a cuando se conocieron es que ahora el pecho de Yixing es más ancho, porque ya hace cinco años que él dejó de tener diecisiete, y ahora es todo un hombre hecho pero no derecho. Joon Myeon ríe al recordar las veces en que la madre del mayor se queja de que su hijo camina encorvado, pero Yixing sólo muestra ese hoyuelo en su mejilla, y continúa andando. Es la edad, bromea.
La dedos de Yixing tal vez
se hayan tornado más ásperos con los años, pero no dejan de producirle a Joon
Myeon esas pequeñas corrientes eléctricas cuando se deslizan sobre su piel,
sobre su cuello, sobre su pecho o sobre su espalda. O sobre sus mejillas,
acercándolo a su rostro para dejar un beso suave sobre sus labios. O cuando esos
dedos bailan entre sus piernas, y Joon Myeon siente que la garganta se le seca
entre tanto suspiro y jadeo.
Las buenas noches siempre
son un momento especial. Yixing se echa sobre la cama, y atrae el cuerpo de
Joon Myeon hacia el suyo, teniendo cuidado. El menor lo rodea con sus brazos, y
ríe en el hueco de su cuello. Descansa, le pide Yixing, sonriendo, y el menor
le devuelve la frase, acompañada de un beso. Siempre tardan en dormirse,
principalmente porque Joon Myeon comienza a hablar, y Yixing no tiene corazón
para negarse a la conversación. Hablan sobre un poco de todo, o de cualquier
cosa, o a veces un poco de nada. Un poco de nada, ni una palabra, y se quedan
observándose a los ojos, escudriñando en el interior del otro, buscando
protección. Joon Myeon casi siempre cae dormido primero, a pesar de que es
Yixing el que bosteza más. Pero el menor nunca se queda sin estar tapado por
los cobertores, Yixing se asegura de ello. Le da un beso suave sobre la frente,
y se acurruca a descansar.
Las mañanas son graciosas,
casi siempre. Empiezan con Joon Myeon o Yixing abriendo los ojos, y despertando
al otro. Entonces el mayor mira la hora, y dice que tiene que ir a trabajar, a
menos que sea sábado o domingo. En ese caso, se quedan en la cama. Pero casi
siempre es que ya son las siete, y que si no salen de la cama rápido no podrá
llegar a tiempo a la oficina. Joon Myeon siempre frunce los labios. Llévame a
la cocina, dice, haciéndose un ovillo entre las sábanas. Pesas, repone Yixing,
mejor te llevo en la espalda. Así que asegura a Joon Myeon sobre él, y lo lleva
a la cocina, al otro lado del único piso de la casa, donde lo deposita sobre
una silla. El ritual del desayuno es siempre el mismo. ¿Qué quieres comer?,
pregunta el mayor, y Joon Myeon contesta que lo que sea. Más tarde, cuando esté
acabando lo que sea que haya preparado Yixing —que, por cierto, habrá estado
delicioso—, al menor se le ocurrirá algo que quiere comer al día siguiente. Y al
día siguiente ya se habrá olvidado de lo que dijo, y volverá a decir lo que
sea. Pero Yixing sonreirá una vez más, y cocinará lo que dijo Joon Myeon el día
anterior.
El verano es agradable, no
hace mucho calor dentro de la casa. La primavera y el otoño también lo son, y
aquello le permite a Joon Myeon esperar a Yixing tranquilamente, leyendo,
haciendo ejercicio, resolviendo crucigramas o saliendo con la asistenta a hacer
la compra, pasear al perro o hacer un poco de limpieza. Y en invierno, puede preparar algo caliente o seguir leyendo. Pero siempre que dan
las doce Joon Myeon suspende lo que sea que esté haciendo, y cierra los ojos.
Las palabras se forman silenciosas en su mente, y juntando las manos, da
gracias. Y luego continúa.
No hay día, al menos que
Joon Myeon sepa, en que Yixing no regrese con una sonrisa. La cena transcurre
tranquila, varias veces con amigos a los que el menor ha invitado o la madre
del mayor. Yixing dice que es alegre comer con gente, pero que también es feliz
comiendo sólo con Joon Myeon, porque puede ponerse todo lo cariñoso que es. Hay
cuando pone música, lenta, y lleva al menor al sofá, donde lo echa sobre su pecho,
y le acaricia el cabello mientras canturrea en voz baja. Y hay veces en las que
simplemente se sienta al lado de Joon Myeon, y cruzando los brazos sobre la
mesa y apoyando su mentón sobre sus éstos, se queda mirando fijamente al menor.
Joon Myeon siempre se deshace en murmullos, diciendo que si el mayor lo está
mirando de esa manera entonces no puede comer. Pero lo que murmura se
transforma en lo que suspira, cuando Yixing se inclina sobre él y lo besa,
delicado.
Hay veces en las que hacen
tonterías. Como el sábado en el que Joon Myeon le contó a Yixing que había unas
latas de pintura llenas a medias, debajo del estante de la lavandería. El mayor
las llevó a la sala, y preguntó si deberían pintar algo en la pared. Sólo la
idea escandalizó a Joon Myeon, que argumentó diciendo que la pared había sido
pintada hacía un mes, que ellos de seguro pintarían horrible, que lo iban a
estropear, que el estilo de la habitación, los colores cálidos y la luz que
entraba por la ventana. Pero ignorándolo, Yixing mojó una brocha, y trazó una
línea curva azul. ¿Ves? Quiero pintar un cielo. De seguro lo pintas horrible,
se enfurruñó Joon Myeon. Deberías intentarlo, replicó Yixing, déjate volar. La
última palabra caló hondo en el menor. Bien, resopló, y mojando una brocha delgada
en pintura naranja oscuro y dirigiéndose al otro extremo de la pared, empezó a
dibujar. Meticuloso, concentrado, detallado. Et voilá!, una hoja de otoño.
Vuelan bastante, explicó Joon Myeon, dando unos últimos toques en una tonalidad
más oscura. Una hora más tarde, manchados de pies a cabeza de colores, después
de lo que empezara con el mayor dándole a Joon Myeon una inocente pincelada en
la nariz, ambos salieron a la calle. Así como estaban, de colores, con sonrisas
en la cara. Y Yixing corrió por la calle, con Joon Myeon gritando de alegría.
También están los momentos
maduros, en los que el menor demuestra que puede ser la fortaleza emocional de
Yixing. Cuando visitan al padre de Yixing en el asilo, o cuando fue invitado a
renunciar por parte de la empresa en la que trabajaba, debido a la reducción de
personal de ésta. O los primeros meses en la nueva casa, en los que pagar las
cuentas no era tan fácil como habían pensado, o cuando la madre de Yixing tuvo
que ser operada de emergencia. Pero sus manos unidas parecen poder superar
todo, parecen hacerle frente decididas a lo que se venga. Y los ojos del otro
siempre acaban constituyendo el hogar más cálido que pudiesen imaginar, con el
cuerpo estrechado entre sus brazos.
Joon Myeon detesta estar
sentado tanto tiempo, pero no se queja cuando Yixing está cerca. Lo llama, y
poniéndose de pie, lento, se recuesta sobre el mayor. Yixing lo molesta, ¿quién
es el meloso ahora? Pero Joon Myeon no contesta, y se balancea suavemente,
mientras la brisa de la ventana que no le gusta cerrar los envuelve. Sus risas
son cálidas, niñas, y siempre hay travesura y cariño, inocencia y madurez,
gracia y sentimiento, sinceridad, todo ello mezclado. E interiormente, uno
piensa que la sonrisa del otro es ese rayo de sol, esa tranquilidad, ese pedazo
que faltaba en su vida antes, y se pregunta cómo no pudo notarlo antes. Y
viceversa.
El menor gime largamente,
mientras, sobre él, Yixing besa su cuello, sus hombros y su pecho. El
movimiento es lento, dándole a Joon Myeon el tiempo suficiente para subir un
poco al cielo con cada vaivén, recuperarse, y ser consciente de su ascenso al
siguiente golpe. Y se aferra a la espalda del mayor cuando siente que ya no
puede más. Yixing jadea, y limpia torpemente con las manos el sudor de la frente
del menor, el sudor de la cara y del cuello. Besa una vez más los labios de
Joon Myeon, que lo reciben con una sonrisa exhausta. Y se tumba pegado a él, no
sea que luego sientan frío. El menor se revuelve cuidadosamente hasta hallar
una posición cómoda, y después de que Yixing se acople a él, ambos caen en una
nube gaseosa transparente, una niebla con olor al otro.
El menor tiene la vista
clavada en el sol que se oculta en el horizonte, allá a miles de kilómetros.
Yixing tiene las manos en sus hombros, así que Joon Myeon no puede ir hacia las
escaleras que llevan a la playa sin que antes el mayor lo detenga. Éste lo mira
de reojo, y lo ve suspirar. Allá, arriba, las gaviotas vuelan, sin que nada ni
nadie se los impida. Prometo tener cuidado, dice de pronto Joon Myeon. Yixing
mueve la cabeza, negativamente. Es peligroso. El menor le recuerda que ya lo
han hecho antes, y Yixing le recuerda a su vez que en esa ocasión estuvo a
punto de resbalar cuando ya llegaban a la arena, y casi se lleva al menor en su
caída. No. Joon Myeon cierra los puños, y murmura que ya deberían ir yendo.
Yixing asiente, y le quita el seguro a las puertas del auto, que está detrás de
ellos.
Yixing, Yixing. Yixing.
Joon Myeon sigue moviendo el brazo del mayor, pero éste parece estar sumergido
en su ambiente narcótico de sueño, y no contesta. Al fin, abre los ojos con
parsimonia. ¿Qué sucede?, pregunta, pero al ver el rostro del menor, con
lágrimas, se despierta lo suficiente. ¿Qué sucede, Joon Myeon? Tuve una
pesadilla. ¿Quieres contarla? Joon Myeon asiente, y le relata todo; la mafia
dedicada a abastecer de perros a científicos desalmados, las torturas… Cuando
acaba, la parte superior del pijama de Yixing está mojada, pero eso no importa.
El mayor lo abraza, y acariciándole la cara, repite: fue sólo un mal sueño,
todo está bien, fue sólo un mal sueño…
Los días de lluvia son un
lujo que pocas veces Joon Myeon se permite. Adora dar vueltas y sentir el agua
golpear su piel, pero Yixing está más preocupado en el resfriado, en que se van
a enfermar, en que en cuánto tiempo llegarán a casa y… Y Joon Myeon ya le ha
jalado la mano, y le está llevando al centro del parque, porque él no puede dar
vueltas solo. Así que Yixing se resigna, y da vueltas con él. Y luego el mayor
lo abraza, y Joon Myeon siente la lluvia y siente el olor de Yixing, el aliento
de Yixing, las palabras de Yixing y las manos de Yixing. Para él, son sólo la
lluvia y Yixing.
Ríen tontamente en cuanto
llegan a la puerta de la casa, y Joon Myeon golpea sus muslos al ver los
intentos fallidos del mayor de meter la llave en la cerradura. No te rías,
exige Yixing, alargando la última sílaba, pero riendo él también. Joon Myeon
dice que cómo es posible, si sólo han tomado un par de copas. Y Yixing se da de
cabeza contra la puerta, y rie, ríe y ríe. Y se cae en el suelo, y los dos
siguen riendo. Y el menor intenta palmearle la espalda, y termina cayéndose
sobre él. Y las risas terminan de pronto, de parte de ambos, por la expresión
que se refleja en el rostro de Joon Myeon. Se ha golpeado la cabeza. Yixing
espabila, y abre por fin la puerta, preocupado. Levanta el cuerpo del menor y
avanza hacia la habitación. Pero para cuando han llegado, Joon Myeon no quiere
dejarlo ir ni siquiera a cerrar la puerta de la calle. Está sonriendo, y dice
que el dolor ya ha pasado. Yixing frunce el ceño, y pregunta si es verdad. Es
verdad. ¿Seguro? Seguro. El mayor suspira. Bien, sólo dame un minuto y regreso.
Joon Myeon asiente, y empieza a gritar desde sesenta hasta uno, como un niño
pequeño, y en su intento de correr, Yixing se tambalea, y farfulla al aire que
Joon Myeon no es sino un niño caprichoso. Más tarde, la rutina de la hora de
dormir vuelve a ser la misma, y sus vidas retornan a esa calma amorosa de la
que se alimentan día a día.
La madre de Yixing tiene
la puerta siempre abierta para ellos. Dice que es porque así son las madres, y
Joon Myeon se pregunta si la suya hubiese dicho o hecho lo mismo. Pero no hay
mucho tiempo antes de sumergirse en recuerdos, porque Yixing lo ha ayudado a
acomodarse en el sofá frente al televisor, y están los tres jugando en la
consola. La madre de Yixing es la primera en perder, como siempre, y se excusa
diciendo que las madres no saben de esas cosas. Yixing le da un beso en la
mejilla, y termina de aniquilar al personaje de Joon Myeon. El menor frunce los
labios, esquiva el rostro al beso que iba a darle el mayor y empieza a
conversar con la madre de éste sobre comida sana. Yixing rueda los ojos, y
empieza a hacerle cosquillas, teniendo cuidado de no hacerlo caer del mueble.
La madre del mayor sonríe, y cuando el teléfono suena de pronto, dice que son
los resultados de sus exámenes médicos. Por cierto, chicos, ustedes ya se
habrán hecho el chequeo anual, ¿no?
Las visitas a la clínica
no son bienvenidas por parte de ninguno. Yixing dice que el doctor siempre le
hace abrir mucho la boca, y que le hace quitarse la camiseta y que hace frío.
Pero se calla cada vez que es Joon Myeon el de la cita médica. En esos
momentos, trata al doctor como si fuera el héroe de una historia, y el menor
enarca una ceja, sentado sobre la camilla. No dejas de ser un niño, murmura
Yixing, saliendo del edificio. Claro que sí, ahora soy un adulto de veintiún
años, replica Joon Myeon, y ahora quiere un helado. Y el mayor enseña sus
dientes claros y sus ojos se entrecierran, conforme su sonrisa se amplía, y
empuja la silla de ruedas de Joon Myeon hacia la heladería más cercana.
Sabes que estos es mio no? -mode posesive ON-
ResponderEliminarY tambien ya te dije por WA que te amo y que te odio cierto?
Te adoro porque esto a sido precioso! <3 nunca en mil años me hubiera imaginado a SuHo dependiente de Lay - yo crei que era al reves- y te odio - en una minima parte- por haberlo hecho LayHo - conoces mis principios xD - aun a pesar del amor/odio te adoro mas! Esto ha sido hermoso!! Aunque haya tenido que esperar hasta la....¿medianoche? para leerlo pero realmente valió la pena :D Esto es mio! - se lo roba-
Estoy esperando mi KrisYeol - huye-
Un hámster que te adora <3
C.L.H