KiBum sólo sonrió.
— ¿Repetir?— inquirió con una
sonrisa socarrona— Por favor, si ni siquiera has empeza…
Sin embargo, KiBum no pudo
terminar de molestar a JongHyun, porque éste ya se había lanzado sobre sus
labios, y lo tenía acorralado entre su cuerpo y la pared. Movía la boca con
insistencia, quitándole al menor el poco aire que restaba en sus pulmones, y
sus manos recorrían su cintura de arriba abajo, de izquierda a derecha, por
sobre la tela de su camiseta.