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martes, 30 de julio de 2013

[HunHan] Red Night Outlet

Título: Red Night Outlet
Autora: Nam
Género: Romance, Yaoi
Ráting: +18
Pareja: Sehun & Luhan


— Hyung…
— ¿Qué quieres, Sehun?

La brisa fría revolvió el cabello de ambos jóvenes. El humo del cigarrillo del rubio ascendió al cielo, y se perdió en el negro de la noche. No había nadie más en el balcón, y la mampara corrediza que los separaba de la habitación del hotel se hallaba abierta, pero nadie se hallaba dentro de ella.

— Hyung… No deberías fumar.

Una risa burlona salió de los labios de Lu Han, y le dio otra calada al cigarrillo, golpeando éste un poco para que las cenizas cayeran al suelo. Se Hun frunció la nariz y apretó los puños, pero no hizo nada más.

Lu Han tenía un brazo apoyado sobre el barandal del balcón, y miraba la ciudad, abajo.

— Vete, Sehun. Déjame solo.
— Hyung…
— Vete, Sehun— repitió fríamente el mayor.

Se Hun cerró los ojos, y miró sus manos. Las sentía frías; tenía frío, pero no quería irse.

— No te quedes fuera mucho rato, hyung— murmuró, sin mirarlo a los ojos— Te vas a enfermar.

Se Hun se acercó al mayor, y presionó suavemente con sus labios la mejilla de Lu Han. Éste hizo una mueca, pero no giró la cabeza.

El de cabello castaño entró a la habitación y deslizó la mampara, y tomando sus cosas, salió de la estancia.



— Ahh— suspiró Baek Hyun, revisando las fotos que había tomado ese día durante la corta salida que les había permitido la apretada agenda— China es preciosa… Desearía poder venir más seguido— agregó, mirando a Min Seok y a Jong Dae, que conversaban en la otra cama con Chan Yeol.
— No te diré que no— contestó Min Seok— Pero debo haber hecho algo en mi vida pasada para ahora tener que aprender chino. Creo que es el idioma más difícil del mundo.

Jong Dae asintió, echándose sobre la cama.

Unos toques en la puerta llamaron la atención de los cuatro.

— ¿Quién es?— preguntó Baek Hyun.
— Soy yo.
— Joon Myeon–hyung— dijo Chan Yeol, poniéndose de pie de un salto.

Al abrirse la puerta, el líder de la subdivisión coreana del grupo les echó una mirada de reproche.

— Ya son las once— dijo, cruzando los brazos.
— Ehh… Ya nos vamos.

Jong Dae tomó a Min Seok de la manga de la casaca, y salieron a paso rápido de la habitación. Joon Myeon miró por el pasillo, hasta que vio a cada uno entrar a la habitación que compartían con Wu Fan y con Zi Tao, respectivamente. Metió la cabeza a la habitación de nuevo, y se encontró con las miradas fijas de los dos chicos restantes.

— ¿Qué pasa?— preguntó.
— Estás buscando a Sehun, ¿verdad?— inquirió en voz baja Baek Hyun.

Joon Myeon suspiró, y se tronó el cuello.

— No ha llegado a la habitación.



Se Hun se acurrucó al lado de Yixing. Wu Fan estaba en el baño, poniéndose quién sabe qué cremas para la piel. No es que fuera tan cercano a alguno de los muchachos chinos, pero se le ocurría a dónde más ir. A la habitación que compartía con Joon Myeon no, él haría muchas preguntas. Lo mismo con Baek Hyun y Chan Yeol, y Zi Tao y Min Seok. Jong Dae tal vez estuviera en esa última habitación, pero sabía que Yixing no estaba en la habitación que compartía con Lu Han, así que debía estar con Wu Fan. Lo bueno de ellos dos era que el más alto se preocupaba, pero no atarantaba a preguntas a las personas, y Yixing sabía confortar a cualquiera aún si no hablase bien el coreano.

Se Hun sintió un caricia sobre el cabello, y cerró los ojos. Una manta cubrió su cuerpo, y la cama se hundió a su lado. Wu Fan se había sentado al otro costado. Parecían mamá y papá, y él el hijo melancólico e incomprendido de la novela.

— ¿Mejor?— preguntó en un susurro Yixing.

Se Hun asintió.

— ¿De veras?

Se Hun negó lentamente.

Yixing buscó la mano del menor, y la acarició con suavidad con el pulgar, intentando transmitirle todo aquello que no podía con palabras.

— Todo va a estar bien. Sea lo que sea.
— No va a estar bien— contestó débilmente Se Hun— No va a estar bien nunca, hyung.

Yixing miró preocupado a Wu Fan, y éste le devolvió la interrogante.

— Sehun…— empezó el mayor de los tres, con su voz gruesa— ¿quieres hablar?

El maknae negó.

— No serviría de nada. Él no se deja ayudar.
— ¿Él?— preguntó Wu Fan— ¿Quién…?

Unos toques rápidos en la puerta sonaron.

— ¡Tengo sueño, abran!
— Es Chen…— murmuró Wu Fan, levantándose a abrir la puerta— ¿Puedes hacer menos ruido, por favor?
— No— respondió divertido Jong Dae, ingresando a la habitación— ¿Lay–ge? ¿No deberías estar tu habita…? ¿Sehun?

El bulto que era Se Hun al lado de Yixing se revolvió, escondiendo el rostro.

— ¿Qué está pasan…?
— Nada, Chen— interrumpió Wu Fan— Sólo ha tenido un bajón.
— ¿Un bajón?
— Nada importante— añadió el mayor, intentando esbozar una sonrisa— Lay va a acompañarlo a su habitación.

Se Hun sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. No quería ver a Joon Myeon; pero tampoco podía quedarse en la habitación de alguien más.

— Vamos, Sehun— dijo suavemente Yixing, ayudando al menor a ponerse de pie.

Éste se dejó. Se despidió educadamente de Wu Fan y de Jong Dae, y salió de la habitación seguido de Yixing, que tenía una mano en su hombro.

— Sehun, ¿quieres que le diga a Joon Myeon–ge para que se pase a mi habitación?
— No— el menor negó con la cabeza— Se preocuparía.
— Si te ve así… igual se va a preocupar.

Se Hun pensó unos segundos en cómo se vería. Patético, eso de seguro. Marcas de lágrimas en la cara, despeinado, tembloroso…

— ¿Qué le vas a decir?— preguntó, frotándose los ojos.
— Wu Fan… Lo que dijo él: un bajón. Mañana estarás mejor— dijo Yixing, tratando de animar al menor.

Se Hun asintió, y Yixing lo guió a la habitación donde debía estar Joon Myeon. Tocó la puerta un par de veces, y esperaron.

— ¿Sehun?— fue lo primero que preguntó el líder de la subdivisión coreana apenas abrió la puerta— ¡Gracias al cielo! ¿Dónde has estado? Ya iba a… ¿Sehun?

Se Hun mantenía la cabeza gacha, y Joon Myeon lo tomó de los hombros, intentando encontrar sus ojos.

— Sehun, ¿qué tienes? Dime qué tienes, Sehun…
— Joon Myeon–ge— intervino Yixing— Sehun ha tenido un… un bajón. Necesita descansar.
— ¿Un bajón? ¿Pero…?
— ¿Podrías dormir por esta noche con Luhan–ge?

Se Hun cerró los ojos con fuerza al escuchar lo último, pero al abrirlos un poco, captó de reojo a Joon Myeon asintiendo. Sintió los brazos del mayor alrededor suyo, y un beso sobre su cabeza.

— Claro. Descansa, Hun.
— Gracias— musitó el menor.



Joon Myeon tocó la puerta, se rascó una ceja mientras estaba de pie.

— Pasa— dijo una voz al otro lado.

Joon Myeon se sorprendió. ¿Qué Lu Han no temía a las sasaeng?

— ¿Luhan–hyung?— preguntó, entrando al cuarto.
— ¿Joon Myeon? ¿Qué  haces aquí?— metido en su cama con una revista en las manos, el chico rubio parecía sorprendido.
— Yixing va a dormir con Sehun— explicó— Me han mandado para acá.
— Ah, claro— repuso Lu Han, con una sonrisa amable, y señaló con la cabeza la cama vacía— Toda tuya.
— Gracias.

Lu Han cerró la revista, y prácticamente la tiró al suelo, pero Joon Myeon no pareció advertirlo, o al menos no hizo preguntas. El chico chino cerró los ojos, e intentó tranquilizarse. No pasaba nada, no pasaba nada…

Así, intentó dormirse.

Era ya más de la una de la mañana cuando Lu Han despertó, tomó su teléfono móvil y salió al balcón de la habitación.



Yixing tanteó torpemente con la mano sobre la mesita de noche, hasta dar con su teléfono móvil, que sonaba interrumpiendo la tranquilidad de la oscura habitación.

— ¿Hola?— preguntó casi inconsciente.
— Lay, Chen está enfermo.

Al oír la voz de Wu Fan decir aquello, Yixing tomó aire profundamente, y se sentó sobre la cama.

— ¿Qué tiene?
— Está con fiebre. ¿Puedes venir a cuidarlo mientras voy a buscar al mánager? No me contesta el móvil.
— Sí, sí, claro.



— Sehun… Sehun…

Una voz llorosa hablaba, lo llamaba. Se Hun apretó los ojos, queriendo cubrirse de la luz inexistente.

— Sehun…

El llamado era insistente. La voz sollozaba.

— Sehun…
— ¿Hyung?

Se Hun abre los ojos de golpe al momento en que su subconsciente reconoce la voz que lo llama. A quien menos espera en ese momento.

El rostro de Lu Han, muy cerca al suyo, brilla plateado, gracias a la poca luz que se filtra por la cortina que cubre la mampara del balcón, y a las lágrimas que no dejan de salir de sus ojos. Su pecho sube y baja irregularmente, y su boca se abre queriendo decir algo, pero logrando sólo que más lágrimas salgan a la noche.

— Sehun…— murmura el mayor, y entierra el rostro en el pecho del maknae.

Está arrodillado en el suelo, y Se Hun sigue prácticamente echado en su cama, ambos en posiciones incómodas. Pero el menor está más preocupado por las lágrimas que por la comodidad en este momento.

— Sehunnie…— solloza Lu Han.

Lentamente, Se Hun saca los brazos de entre las sábanas, y rodea con ellos el cuerpo del otro chico, que tiembla violentamente. Lo aprieta contra su pecho, y justo cuando piensa que el llanto va a calmarse, éste se vuelve más fuerte, más desgarrador, más doloroso.

— Sehunnie…— el mayor gime— Dicen que regrese… Dicen que vuelva…

Se Hun no necesita oír explícitamente a quiénes se refiere Lu Han.

Sus padres, que siguen en contra del sueño de su hijo.

— Tranquilo, hyung— susurra el menor, acariciando la espalda del otro.
— Dicen que… soy un tonto…
— Tú no eres un tonto, hyung— las caricias de Se Hun suben al cabello del mayor, y sus dedos se enredan entre esas rubias ondulaciones— Tú tienes un sueño. No te hace tonto querer cumplir ese sueño…
— Sehun…— Lu Han levanta el rostro, y mira al maknae con los ojos llenos de lágrimas, desesperados, impotentes— Sehun… hazme el amor.

La propuesta causa una sorpresa momentánea en el menor. Sorpresa que en el instante pasa a duda, y ésta, a sumisión.

Se Hun acerca despacio un dedo a los labios del mayor. Húmedos, fríos, tiritantes. Recorre con la vista las facciones delicadas de Lu Han: sus pómulos, sus cejas, su nariz pequeña y su barbilla delgada. Disminuye poco a poco la distancia entre sus rostros, y se detiene a unos centímetros. Lu Han tiene los ojos cerrados, y espera.

Se Hun besa con delicadeza los labios temblorosos, que lo reciben angustiados. Las manos del mayor se aferran a la camiseta del maknae, tirando de ella para que éste se siente sobre la cama. El menor obedece, y levanta a Lu Han hasta sentarlo también sobre las sábanas, en una comodidad que infieren por la repentina facilidad de recorrer el cuerpo del otro con las manos.

Los dedos de Se Hun se cuelan por debajo de la playera que lleva el mayor, y se deslizan sobre la piel fría. Lu Han se estremece, pero no lo deja notar, mientras vuelve agresivo el contacto de sus labios. Coge al menor por el cuello, y abre la boca queriendo atrapar en ella la de éste.

Con la brusquedad esperada, Se Hun siente cómo es despojado de su camiseta, pero él quita la de Lu Han con cuidado. El mayor se abalanza sobre el cuello de Se Hun, mordiendo, succionando, respirando entrecortadamente sobre la piel. El maknae baja las manos a las caderas del otro, posándolas sobre el borde del pantalón de pijama.

— Apúrate— ordena Lu Han.

Y Se Hun obedece. Baja rápidamente la prenda, y cae sobre el colchón cuando Lu Han se inclina sobre él y le quita desesperadamente los pantalones cortos. Se Hun suspira fuertemente cuando la mano del mayor roza su miembro, aún encima de la tela de la ropa interior, y aprieta las manos en la cintura del otro.

— Hyung…
— Shh— lo calla Lu Han.

El mayor lanza las sábanas sobre él y Se Hun, y muerde vorazmente el pecho del menor, de cuya boca empiezan a salir gemidos. Su mano baja hasta la ropa interior, y de un tirón la baja, dejando expuesto al menor. Sus dedos rodean el sexo caliente, y se deslizan a lo largo de éste, haciendo jadear a Se Hun.

El maknae levanta a Lu Han, y besa su rostro. Sus mejillas, sus párpados… Pero Lu Han se zafa del agarre, y baja su propia ropa interior. Guía las manos del menor a su espalda baja, y lo mira desafiante. Se Hun aprieta suavemente, buscando en los ojos de Lu Han sentimiento, pero sólo halla deseo de placer.

Aún así, sigue.

Sus dedos buscan la entrada del mayor, y éste gime en su oído cuando lo toca.

— Sehun…— dice— Ya…

El menor toma aire, y traza algunos círculos alrededor. No hay lubricante, pero en ese momento es tan importante como el que haya alguien en la otra cama de la habitación… ¡Demonios!

Se Hun giró la cabeza rápidamente, para hallar la cama de Joon Myeon vacía. Yixing no estaba.

— Sehun…

Un gemido lo devuelve a la nube de la que ha saltado hace un momento.

— Sehun…

El maknae encuentra la entrada de Lu Han húmeda, y desliza la punta de un dedo por ella. La tensión que el mayor ejerce sobre sus hombros se hace fuerte. Pero Se Hun sabe que Lu Han no siente dolor, es sólo ligera incomodidad. Lo sabe porque ya han estado en esta situación otras veces.

Mueve el dígito por las paredes, intentando ensanchar el orificio. Entra y sale, sintiendo el aliento del mayor chocando alocadamente en su cuello. Cuando cree que es oportuno, añade un dedo más, y Lu Han gruñe sobre su piel.

— Sehun…— gime.

Se Hun siente las uñas del mayor arañar su espalda. Sabe que quizás mañana duela un poco, pero sabe también que no tiene caso preocuparse por eso. Agrega un dedo más a la intromisión, y ahora sí, Lu Han jadea ansioso. Jadea fuerte, jadea profundo, jadea ligero.

— Hyung…
— Sehun…

Lu Han rueda sobre la cama, y posiciona al menor sobre él.

— Ya…— pide— Hazlo ya…

Se Hun toma su miembro despierto y lo coloca en la entrada de Lu Han. Una vez más, busca su mirada, pero el mayor tiene los ojos cerrados. No hay más que señales de un deseo abrupto de placer.

Delicado, empuja, pero Lu Han está impaciente, Se Hun lo sabe.

— Muévete…— ordena el mayor.

Se Hun hace caso omiso, y espera a que la expresión de dolor en el rostro de Lu Han se relaje un poco. Ello pasa luego de unos segundos, en que el mayor abre mínimamente los ojos, y contempla al maknae con un sentimiento indescifrable en ellos. Desesperación. Lástima, tal vez.

— Muévete…— repite.

Y Se Hun lo hace. Sale lentamente, y vuelve a entrar. Le gusta, y su garganta abierta deja salir gemidos vanamente reprimidos, que se pierden en las sábanas y en el pecho de Lu Han.

El mayor rodea con sus brazos el cuello del maknae, atrayéndolo hacia él y susurrándole en la oreja.

Se Hun se mueve rápido, rápido, desquiciado. No controla su cuerpo, sólo se concentra en el vaivén decadente y el sonido de ellos chocando. Huele el shampoo del mayor, huele el sudor, oye sus gemidos, oye sus palabras susurradas, sus gruñidos y sus jadeos.

De pronto, las manos de Lu Han se aferran a la cintura de Se Hun, más fuerte, y el menor cierra los ojos. Pide en su mente al mayor que espere unos segundos, y hace el golpear de sus cuerpos frenéticos, hasta que llega al punto más alto, y se ve envuelto en una sensación de cansancio, de pesadez. Oye que alguien grita su nombre, que alguien lo llama, y lo siguiente que sabe es que cae con fuerza sobre el cuerpo de Lu Han. Siente su esencia derramarse dentro del mayor, caliente, y siente también la de Lu Han, entre sus pechos.

Exhausto, intenta abrir los ojos, y descubre que casi no tiene fuerzas. No hay saliva en su boca, y el aire se abre paso como puede a través de sus fosas nasales.

Ninguno dice nada. Sólo jadean, toman aire, y jadean otra vez.

Luego de un rato, Se Hun oye al mayor pasar saliva sonoramente, y siente cómo es empujado al costado. Cae suavemente sobre el colchón, y siente cómo Lu Han jala las sábanas y las mantas para cubrirlos a ambos. Oye un quejido, pero cuando va a levantarse para preguntar al mayor qué ha sido, éste ya se ha callado, y está echado mirando al techo.

Se Hun lo mira de reojo, y se pone en la misma posición.

— Quieren que regrese— Lu Han empieza a hablar— Dicen que soy un iluso, que la fama es pasajera. Que debería volver y ser consciente.

Se Hun no dice nada.

— Quieren que regrese y que busque una chica. Que tenga una casa grande, con un jardín grande y unos hijos que sean “tan bellos como su mamá”— hace comillas con los dedos— Seguro mi madre ya tiene a una chica en la mira.

Se Hun pestañea rápido, y cierra los ojos con fuerza. Las cosquillas en su nariz no ayudan mucho, y siente como si sus ojos fueran a aguarse en unos segundos.

— Dicen que todo esto es una tontería que ya llevé muy lejos. Que sea realista. Pero yo no quiero. Quiero quedarme aquí… Sobre el escenario, con EXO, con… Quiero quedarme aquí.

Se Hun abre los ojos. Sí están un poco aguados, pero ahora también le duele el estómago. Siente vacío adentro de él. Siente frío, un frío tan helado que le quema los huesos, que le hiela el corazón.

— Duerme— murmura Lu Han, cerrando los ojos y poniendo la cabeza sobre los brazos cruzados.
— Buenas noches, hyung— musita en voz baja Se Hun, esperando una respuesta.

Pero la respuesta no llega nunca.


Aunque cerca de una hora después, Lu Han seguía despierto. La preocupación en sus ojos era evidente, y lo invadieron unas ganas de llorar inmensas, tan inmensas como el universo entero.



Se Hun abrió los ojos al sentir su móvil vibrar debajo de su almohada. Metió la mano, y leyó adormilado el mensaje.

“Estimado cliente…”

— Demonios— masculló, y miró la hora en la pantalla.

¿Qué empresa mandaba mensajes a sus usuarios a las cuatro de la mañana?

Bloqueó el aparato y lo dejó donde estaba. Acomodándose para volver a dormir, recordó de pronto, y volteó la cabeza hacia el otro lado.

No, ni rastro de Lu Han.

Pero eso ya lo sabía, ¿no? Que Lu Han iba a desaparecer antes de la mañana, y que al día siguiente actuaría como si nada hubiese pasado, y volvería a ser el frío hyung de siempre. Eso, hasta que necesitase consuelo y lo buscase desesperado, y Se Hun cediese ante esos ojos llenos de súplica desmedida, y aceptase una noche más ser el instrumento para que Lu Han olvidase sus problemas.


***


Se Hun bajó a la sala de estar del hotel. Ya eran las seis de la tarde, en un rato los llamarían para la cena, pero había avisado a Joon Myeon para que le enviara un mensaje cuando eso sucediera. Sacó del estante en uno de los muros unos cuantos libros: “El libro de todo lo (im)posible”, “Diez negritos”, “Vértigo”, “Night at Betram’s Hotel” y “Salisbury”.

Sabía perfectamente que no llegaría a leer todos, pero tener una ruma de libros al lado al momento de leer le otorgaba cierta placidez. Si se aburría de uno, podía coger otro. Si se aburría de otro, otro. Y si de otro, entonces otro. Y si se aburría de todos… Pues entonces recién podría ponerse a pensar en sus sentimientos.

Caminó en silencio entre las mesitas y los sofás, éstos últimos ocupados por gente en su mayoría canosa. Eso podía inferirse del hotel; no era uno que cualquier persona pudiese pagar. Pero encontró un lugar agradable entre el respaldo de un sofá y una pared. Suficiente iluminado, suficiente escondido.

El primer libro que abrió fue “Vértigo”.

“¿Sabe el lector quién inventó la pólvora? Los chinos, en el siglo IX. Ahora mismo, no sabe cómo desearía que viniera un chino a regalarme un poco para hacerme volar la cabeza y olvidarme de todo esto. Aparte, he decidido declarar hoy, 19 de junio, como el peor día del año, y todos todos todos los próximos 19 de junio vendré al lago del parque de nuevo para ver mi reflejo y perderme en el reflejo de mi rostro, que suave el agua acaricia, que las ondas mueven fugaces… Ya, ya, mucha tragedia. Pero es que lo siento así, ahora mismo siento como si mi vida fuera a tomar un giro inesperado (que ya no sería tan inesperado, pero a fin de cuentas, un giro) del que no voy a poder zafarme fácilmente”

No le gustó. Parecía un libro a lo chica de dieciséis años con mil problemas amorosos y cuya madre va a casarse por enésima vez.

Dejó el libro a un lado, y tomó “Salisbury”. Antes de abrirlo, leyó la sinopsis en la contratapa:

“Un hombre es asesinado por uno de sus criados en su mansión en Salisbury, dejando su herencia a repartir entre sus nietos. Sin embargo, a la hora de buscar el patrimonio, los parientes encuentran una serie de pistas, que los llevan a dudar los unos de los otros”

Parecía interesante.

Se Hun abrió el libro, y miró las iniciales del autor. “H.M.L.”. Sí, iba a distraerse un rato.



No había hablado con Se Hun en todo el día. En realidad, lo había estado evitando. Durante el programa que habían grabado, habían interactuado lo mínimo, y cuando Joon Myeon le había pedido que le avisara de algo al maknae, Lu Han le había pasado el recado a Zi Tao.

No quería verlo a los ojos.

No quería descubrir la mirada de Se Hun sobre la suya.

No quería enfrentarse a ella… aún.

— Lu Han­— llamó Wu Fan, de pie, frente a la mesa donde todos estaban sentándose; mánagers, estilistas, los chicos— ¿Sabes dónde está Sehun? No le contesta el móvil a Joon Myeon.
— No— contestó el rubio— No lo he visto en toda la tarde.

Falso. Le había visto salir de la habitación. Le había visto conversar desanimado con Yixing y con Jong Dae, y lo había visto entrar a la habitación que compartía con Joon Myeon. Y lo había visto bajar por el ascensor hasta la planta baja.

Pero ya no se había atrevido a seguirlo más.

Tragó saliva. Sí, seguía siendo un cobarde. Espiando al maknae desde las sombras, acudiendo a él sólo cuando sentía que ya no podía más… Pero luego, volviendo a ser el idiota frío que era siempre.



Se Hun no sintió a la persona acercándose hasta que el sofá a su lado se movió. Levantó la cabeza sorprendido, y se encontró con la mirada seria de Lu Han.

Lu Han.

— Aquí estás— murmura el mayor.
— ¿H–Hyung?— inquiere Se Hun, cerrando lentamente el libro que tiene entre sus manos— ¿Me estabas buscando?

Lu Han resopla. Se Hun no lo sabe, pero el mayor ha captado ese ligero tono emocionado en su pregunta.

— Sólo porque Joon Myeon no lograba ubicarte— se apresura a “aclarar” Lu Han— No es que yo quisiera.

Lu Han sabe que simplemente pudo haber dicho “La cena está lista”. O que tal vez no debió añadir lo último. Pero se desespera cuando tiene a Se Hun cerca. Cerca pero tan lejos a la vez. Se desespera y no se controla, y termina diciendo lo que no quiere decir.

— Oh…— la decepción es patente en la voz de Se Hun, y el mayor siente punzadas en su pecho— Vamos, entonces.

El maknae devuelve los libros al estante, y camina en silencio. Lu han va a su lado, callado. Llegan a la puerta de vidrio del comedor, y Se Hun la abre, esperando que Lu Han entre. Pero éste no lo hace.

— Sehun…— llama.

Se Hun gira su rostro a la velocidad de la luz, y cree distinguir en los ojos de Lu Han indecisión. ¿Acaso va a decirle algo?

Pero Lu Han desvía la mirada. Y el “Tienes el cabello desordenado” se queda en su garganta, y sus manos se abstienen de ellas mismas arreglar los cabellos castaños, y todo se resume en una palabra.

— Péinate.

Y Lu Han entró al comedor.


***


Sólo les quedaba en China hasta el día siguiente al mediodía. Después del breve intercambio de palabras fuera del comedor el día anterior, Se Hun y Lu Han no habían vuelto a hablar. Pero ahora que el menor se fijaba en el rubio, al otro lado de la larga mesa donde estaban tomando desayuno, lo veía demacrado. Pálido, los ojos hinchados, la nariz ligeramente rosa. Como si se hubiese pasado la noche entera llorando. Pero si así era, ¿por qué no había ido a buscarlo? ¿A pedirle lo que pedía siempre? ¿A crearle más vanas ilusiones?

Sus preguntas no hallaron respuesta el resto del día, al menos hasta después del concierto y la firma de autógrafos. Regresaron al hotel exhausto, con poquísimas ganas de comer incluso. Los ojos se les cerraban, y el rugir del motor de la van se les antojaba a los chicos suficientemente arrullador para llegar a dormir en incómodas posiciones en el vehículo.
Pero Se Hun sí observó a Lu Han. Callado. Silencioso. Desanimado. Cansado. Evitando hablar con todos. Limpiando una que otra lágrima que salía de sus ojos, que milagrosamente nadie más aparte de Se Hun notaba.



— Acuéstense en cuanto lleguen— decía uno de los mánagers, mientras les entregaba las llaves digitales a uno de cada habitación— Mañana a las diez y media en el aeropuerto. Eso quiere decir que tenemos que salir de aquí a las…— miró a Wu Fan, interrogándolo.
— Diez en punto— contestó el chico alto.
— Muy bien. Levántense temprano para hacer sus maletas, no quiero tener que hacer diez mil gestiones porque alguien se dejó una zapatilla.

Yixing recién comprendió que se referían a él cuando Jong Dae le dio un codazo suave. Asintió con la cabeza, y todos se dirigieron hacia el ascensor. Como había dos aparatos, seis subieron en cada uno.

Joon Myeon abrió la puerta de la habitación, e hizo que Se Hun entrase primero. Éste arrastró los pies hasta su cama y se tiró sobre ella.

— Hoy, Sehun— dijo el líder, acercándose rápidamente— Al menos tápate, te vas a resfriar…

Se Hun jaló como pudo las mantas, se encogió un poco y se estiró debajo de las sábanas. Estaba frío de todas formas.

Oyó lejanamente una sirena de policía, el toque de una puerta, la música de un carro pasando a velocidad al lado del edificio.

— Sehun, voy a irme.

El maknae escuchó la voz de Joon Myeon, y asintió mitad consciente, mitad dormido. No fue hasta unos segundos después que procesó las palabras, y se sentó sobre la cama.

— ¿Suho–hyung?
— Ha ido a la habitación de Yixing— contestó una voz.

La voz.

— Hyung…— susurra Se Hun, mirando a los ojos a Lu Han, que está de pie a su lado.
— Hola— murmura el mayor, bajando la cabeza— Quería hablar contigo.

Se Hun se queda en silencio. Lu Han está temblando, eso puede verlo. Pero no parece ir a tirarse sobre él de un momento a otro buscando consuelo mediante sexo. Entonces, ¿qué es lo que va a decir?

— Yo…— empieza Lu Han— No sé, yo… No lo sé, Sehun…

El menor se quedó en silencio.

De pronto, Lu Han comienza a reír. Ríe amargo. Ríe, y se tapa la cara con la mano derecha, y niega con la cabeza. Y cuando menos se dan cuenta ambos, muchas lágrimas corren por sus mejillas, y profusas, resbalan hasta su barbilla.

— ¿Hyung?— inquiere Se Hun.
— Imbécil…— murmura Lu Han, sollozando— Soy un imbécil, un idiota. Soy… Soy… No sé qué soy, Sehun.

El maknae estira el brazo, y toma la mano del mayor. Hala de ella, hasta lograr, luego de nula resistencia por parte del último, sentarlo frente a él sobre la cama.

— Lo siento tanto, Sehun…

Lu Han busca los ojos del menor, y se mantiene fijo, observándolos. Se Hun siente sentimiento en aquella mirada, un desgarrador, agonizante y terrible dolor. Es una desesperación infinita, que parece buscar en él un resquicio de esperanza. Un mínimo de paz.

El llanto de Lu Han vuelve fuerte, y se tapa el rostro con las manos. Su cuerpo convulsiona, y la saliva lo hace atragantarse. Los sollozos le duelen a Se Hun, y las lágrimas se le antojan al menor tan dolorosas como las suyas propias.

Porque el dolor de Lu Han es también el dolor de Se Hun.

Tal vez el mayor no esté buscando sexo, razona el maknae. Tal vez quiere —necesita— un abrazo, una muestra de apoyo. Tal vez, sólo por hoy, podrá consolarlo de una manera que no implique relaciones sobre las sábanas.

— Sehun…— el mayor vuelve a hablar. Se inclina, toma aire lo más hondo que puede— Perdóname… Por el amor de Dios, perdóname… Sé que no lo merezco, pero perdóname…

Se Hun abre los ojos sorprendido. Perdonarle por qué, se pregunta.

— Te he tratado… pésimo… Como un juguete— solloza Lu Han, mirándolo a los ojos— Perdóname, Sehun… Te he lastimado tanto… Perdóname…

Se Hun pestañea, pero no abre la boca. Siente cómo las manos del mayor buscan las suyas, y las toman con fuerza.

— Sehun… Sehun, háblame, por favor… Sehun…
— ¿Por qué?— susurra de vuelta el menor.

La pregunta toma por sorpresa a Lu Han.

— ¿Po–Por qué?— inquiere— Sé que no deberías hacerlo, pero… En verdad lo siento, Sehun, lo siento tanto…
— No— repone Se Hun, apenas comprende— Quiero saber… Por qué hiciste lo que hiciste. Por qué me…— la palabra “utilizaste” jamás llegó a salir de sus labios— ¿Por qué me buscabas por sexo? Cuando sabías…— Se Hun bajó la mirada— Cuando sabías lo que yo sentía.

Oye cómo Lu Han traga saliva, y la voz temblorosa de éste empieza a hablar.

— ¿Recuerdas…? Sehun…— llama el mayor, haciendo que el maknae levante la cabeza— ¿Recuerdas que yo decía “hazme el amor”?

El menor asiente.

— Y tú accedías, porque dijiste que me querías... — continúa Lu Han— Así que para ti, lo que hacíamos era… el amor. Hacer el amor.

Se Hun asiente nuevamente.

— Yo creo…— Lu Han sonríe entre lágrimas— Creo que sí era hacer el amor. que era hacer el amor, sólo que no lo aceptaba. No quería admitirlo, y esa es otra de las razones por las que soy un imbécil. Debo ser el imbécil más grande sobre la tierra…— suspira, y las lágrimas vuelven a él— Lo siento tanto…
— Hyung— Se Hun llama al mayor, y éste lo mira, expectante— ¿Entonces tú…?
— Te quiero, Sehun— susurra Lu Han— Te quiero tanto… Y no quería aceptarlo, y mis padres siguen en contra de que mantenga una relación con un hombre, así que…
— ¡¿Qué?!— exclamó alarmado el menor— ¿Tus padres saben sobre… esto?

Lu Han asiente.

— Por eso vine hace dos noches… Bueno, ayer en la madrugada— solloza— Me llamaron, y me dijeron lo de siempre. Que estoy en una nube, que sólo pienso en mí, que soy un iluso por pensar que voy a vivir bien como un artista, y encima un artista homosexual…
— ¿Desde cuándo lo saben?
— Antes de debutar— Lu Han se empieza a limpiar el rostro con los dedos, y al separarlos de la mano de Se Hun, éste siente que es la calidez la que también lo abandona— Me presionaron aún más para que regresara. Pero yo no quería. Quería quedarme en la empresa. Con los chicos… Contigo…

Se Hun aprieta los dientes, y pasa saliva. Si está interpretando bien las cosas… Entonces Lu Han lo quiere desde antes del debut. Y ahora que han pasado unos meses, sigue queriéndolo…

— ¿Sigues queriéndome?

La pregunta sale de los labios de Se Hun como un susurro vacilante. En los ojos de Lu Han, las lágrimas regresan, reticentes a dejarlo tranquilo, y el chico rubio comienza a sollozar nuevamente.

Pero el los sollozos se ahogan en el pecho de Se Hun, que aprieta al mayor entre sus brazos. Lo aprieta con fuerza, pero con delicadeza a la vez. Lo aprieta y no quiere dejarlo ir. No ahora.

Y a Se Hun le duele. Tanto, que sin darse cuenta, su mirada se vuelve borrosa, y sólo se percata de que está llorando cuando casi respira una gota de su llanto. Es alivio, paz. Una alegría agradecida a la vida. Y solloza en silencio.

Lu Han levanta la cabeza, y se encuentra el rostro del menor brillando bajo la luz tenue de la habitación. Se Hun llora, y sus labios tiemblan mientras contempla al chico rubio mirarlo con la misma intensidad de siempre, esa intensidad que ha permanecido oculta tras unos ojos fríos como el hielo.

— Sehun…— Lu Han estira los brazos hacia el menor, y le limpia las lágrimas con las manos— No llores… No llores, Sehun… Soy un idiota, un im…
— Hyung— lo corta el menor, sin hacer el menor amago de querer dejar de llorar— Gracias…

Y Lu Han muestra una sonrisa débil, y pone sus manos en el cuello del menor. Ambos lloran, pero ninguno está triste en verdad.

— Hyung…— Se Hun se acerca al mayor, y sonríe, aspirando aire a cada segundo. El rostro de Lu Han muestra alivio, cansancio, pero sus ojos reflejan ese sentimiento que Se Hun ha buscado tanto.

Y lentamente, se acerca. Repasa con cuidado las líneas faciales del rubio, memorizando cada poro, cada línea de expresión, cada borde. Y sonríe, invadido por una felicidad que se abre paso más y más en su corazón, derrotando los malos momentos del pasado e instalando una bandera de conquista sobre el territorio dolido de su alma.

Se Hun lo besa, con lentitud y con rapidez; con fuerza y con suavidad; con seguridad y duda, todo a la vez. Su lengua se abre paso en la boca del mayor sin que nadie lo apresure, salvo las ganas de estar cerca y más cerca al otro. Explora con delicadeza el interior, y es un suspiro de Lu Han el que le advierte que quizás está yendo muy rápido.

Pero Lu Han sólo lo mira, y le sonríe, y sigue sonriendo. Y Se Hun sabe que es imposible ser rápido o lento con Lu Han, porque el tiempo se detiene para ellos, sólo para ellos.

Vuelve a sus labios, y se entretiene enredando sus dedos entre los cabellos ondulados del mayor. 

Siente cómo las manos del otro rodean su cintura, y buscan puerto seguro aferrándose a ella. De pronto, Lu Han se separa, y pregunta.

— ¿Eso significa que me perdonas?

Duda en la mirada, y Se Hun sólo atina a asentir sonriente, estrechando de nuevo al mayor. Le besa el cabello, la sien, la oreja, la mejilla, la boca nuevamente, y Lu Han se permite descansar en los brazos del menor, despidiendo la angustia que ha estado carcomiéndolo por meses, y olvidando a los padres que se entercan en lo que es “bueno para él” y lo que no.

Lu Han empuja con suavidad al menor, y acomoda el oído en su pecho. Siente a Se Hun removerse, y se apresura a decir:

— Sólo un rato… Un rato. Quiero oír tus latidos…

Se Hun se relaja con esa respuesta, y se contenta besando la cabeza del mayor.



La luna avanza en el cielo. En el cuarto sólo permanecen ellos dos, abrazados debajo de las sábanas, suspirando, jadeando y gimiendo ante el contacto con la piel del otro; ante cada embestida y ante cada sílaba que sale de sus bocas, los nombres del contrario.

Y Se Hun llora mientras hace el amor con Lu Han, y Lu Han llora mientras hace el amor con Se Hun.

Y sus nombres se oyen fuerte cuando ambos llegan al límite, e igual que hace dos noches, el menor cae sobre el rubio. Pero ahora es diferente. Lu Han susurra mil “te amo”, que son correspondidos por otros mil de Se Hun. Se abrazan, se cubren, se besan, y deciden esperar dormidos a la aurora. No tardan en descansar el uno junto al otro, chocando sus respiraciones cálidas, y oyéndolas como suave nanas al oído, que los incitan a dejarse llevar.


***


Se Hun abrió los ojos con pereza. Sintió el brazo entumecido a su lado, así que intentó moverlo, pero algo sobre aquél se lo impedía. Al girar la vista hacia el lugar, descubrió una mata de cabellos rubios desordenados, y unos ojos cerrados, y una nariz que inhalaba y exhalaba acompasadamente. Pero como si le hubiera leído la mente aquella persona, movió un poco la cabeza, liberando la extremidad del menor.

Aunque a Se Hun eso no le importó mucho. Porque si Lu Han no se hubiese movido nunca, él se hubiese quedado así hasta el fin de los tiempos. No, tal vez no tanto, pero hubiese esperado a que Lu Han se despertase por su cuenta.



Cuando el subconsciente de Lu Han le ordenó que era hora de despertar, el chico tomó aire profusamente, negándose a soltar las sábanas. Fue recién cuando tanteó con una mano a su lado y no encontró nada que abrió los ojos. ¿Había sido un sueño? El cuerpo le tembló ligeramente, y buscó con la mirada algo que le indicase la veracidad de los hechos de hacía unas horas.

¿Estaba en la habitación de Se Hun? Sí, la ropa desordenada, el teléfono en la mesilla de noche y un libro que había visto en las manos del makae hacía unos días se lo confirmaban. ¿Pero entonces dónde estaba el menor?

Una brisa hizo que Lu Han se estremeciera, y girase la cabeza hacia el costado. La puerta de vidrio que daba al balcón estaba abierta, y la luz del día entraba por ahí con una tranquilidad mañanera holgazana. Así que ahí estaba Se Hun…

El maknae estaba sentado sobre el suelo, apoyado en el muro de vidrio del balcón. El sol calentaba lo suficiente para estar a gusto. De pronto, una figura vestida de azul apareció por la mampara, y se sentó con gracia a su lado.

— Hola— saludó Lu Han, mirándolo con una sonrisa.
— Hola— contestó Se Hun, devolviéndole el gesto.
— He tomado una decisión— soltó el mayor, haciendo que el maknae lo mirara curioso— No me importa lo que digan ellos. Te quiero, y tú me quieres, así que al demonio a los que no les guste.

Se Hun rió cálidamente, y entrelazó sus dedos con los del mayor.

— Además— continuó Lu Han— ser artista es mi sueño, mi sueño. Y si a ellos nos les gusta pues… Pues me gustaría que sí lo aprobaran, pero tal vez vaya a tener que demostrarles que ser artista va más allá de lo que ellos creen.

Se Hun se mantiene en silencio, como casi siempre.

— Y también estuve pensando— siguió el rubio— Sehun, quiero que… No. Me gustaría que hubiese algo… algo— repitió, señalando alternativamente a él y al menor— entre nosotros. Porque te quiero, y tú me quieres, y… Bueno, eso.

Se Hun rió tranquilamente, y asintió.

— Yo también quiero eso.
— Gracias— dijo Lu Han— Por todo. Por todo en verdad.

Hubo un silencio cómodo entre los dos, en los que a ambos se les pasaron varias cosas por la cabeza, incluida la idea de que deberían estar haciendo las maletas en ese mismo instante si no querían regañinas por parte de Wu Fan, de Joon Myeon y de los mánagers, pero la imagen de sus manos unidas era más satisfactoria en ese momento. Más llenadora, más positiva, más motivadora.

Como si con esas manos unidas pudiesen hacerle frente al mundo.

— Sehun…— el mayor habló en voz baja— Ayer hicimos el amor…— se ruborizó, y escondió el rostro entre sus rodillas.
— Lo sé— sonrió el maknae, y apretó sus manos— ¿No te duele?

Lu Han se ruborizó aún más, y cerró los ojos cual niño pequeño.

— Casi nada.
— Me dices si te duele, ¿eh?

Lu Han rió suave.

— ¿Por qué? ¿Qué harás?
— Mmm…— Se Hun movió los ojos, como si en la ciudad que se veía a través de los vidrios del balcón pudiese hallar una respuesta satisfactoria. No la encontró, pero sonrió— No lo sé. Ya veré.

Y le dio al mayor un beso en la nariz.

2 comentarios:

  1. Tu como siempre haciendo sufrir hasta en los lemons -_-
    No importa, porque igual me encanto!! Es que es tan asdsdsdsdasd esa pareja! Aunque a veces piense que parecen hermanos o.O
    Porque siempre me consigo amigas escritoras Angst ah? No te culpo...el amor sufrido tiene algo que llama mucho la atencion y tu realmente lo lograste :)
    Disculpa por tardarme en comentar, lo lei hace dias pero no tuve el tiempo para comentar.
    Te quedo precioso! <3

    Por cierto...sigue con el abecedario que creo que estas haciendo..creo xD Estare esperando!
    Pero no leere la A, tengo algo con esa pareja...y..adios :3 Eres genial!

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    1. ¿Sufrir? Pero nadie ha sufrido nada... ¿Angst? Pero si acaba todo bonito... .-. Mí no entiende. ¿Amor sufrido? Ok, necesitamos un inbox. No te preocupes, gracias. En cuanto a lo del abecedario, estaré actualizando en cuanto tenga la letra E ^^

      Máyica.

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