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sábado, 17 de agosto de 2013

Flash Forward

Título: Flash Forward
Autora: Máyica
Género: Hetero, Romántico
Ráting: +15
Pairing: Chica & Chico a elección (el que cada una desee)
Aclaraciones: Clase de Rossana Diaz, 2012



Era de noche. La luz de la luna que entraba por la ventana contrastaba de manera bella con la oscura habitación. Ella estaba sentada en el sillón más grande de la sala, con una copa de vino al frente, sobre la mesita de centro. Estuvo quieta, sin moverse, hasta que una brisa de aire entró por la ventana abierta, alcanzándola, y haciendo que se estremeciese de frío. Era otoño, pensó, y las hojas ya iban cayendo.

Tomó la copa y bebió un poco de vino. Mientras el líquido pasaba por su garganta, intentó concentrarse sólo en el sabor, pero, inevitablemente, los recuerdos despertaron e invadieron su mente. La vista se le nubló por las lágrimas que empezaban a acumularse. ¿Hacía ya cuánto tiempo que él se había ido? ¿Una, dos, tres semanas? ¿Un mes? ¿Dos? No. Habían pasado sólo cuatro días, cuatro tormentosos días.

Ella dejó la copa en la mesita, y, con el dorso de la mano, se limpió las lágrimas que ya salían a borbotones de sus ojos. No, no debía llorar. ¿Qué pasaría si él la veía así? Tal vez… No, tal vez debía dejar que él la viese así, debía dejar que él supiera cuánto lo amaba, cuánto lo necesitaba, cuánto lo extrañaba… pero él no venía.

Ya había pasado una hora, y ella seguía en el mismo lugar, en la misma posición, mirando al suelo, y a la vez sin mirar a nada. Un crujido de hojas secas en el jardín la rescató de sus pensamientos, y su vista viajó hacia la ventana. Pero ahí sólo estaban las plantas, silenciosas, meciéndose al compás del viento. Mejor cerrar los ojos, pensó, así no vería nada, no escucharía nada, no sentiría nada.


Está intentando caer en los brazos del sueño, cuando de pronto, un sonido la hace volver en sí. ¿En verdad han tocado la puerta? ¿En verdad ha oído eso, y no es su imaginación, jugando vilmente con ella? Temblorosa, se levanta del sillón, y se lleva las manos a la cabeza, intentando decidir. Pero no tiene que hacerlo, porque ahí están los golpes otra vez. Tres de nuevo.

Y esperanzada, ella corre a la puerta, y apenas la abre, lo ve. Él está de pie, frente a ella, y tiene lágrimas en los ojos, y una maleta a su lado. Lo siento, susurra, pero ella no lo oye, porque está loca de felicidad, y lo toma de la mano, jalándolo adentro. Él la llama, pero ella no responde, sólo lo abraza, y las lágrimas fluyen por parte de ambos, pero son de felicidad. Están en los brazos del otro, y eso es suficiente para morir en paz.

El abrazo se deshace, y en la oscuridad, suena un beso. Y luego otro. Y uno más. Y se escuchan te quieros, y un beso una vez más. Ella lo toma del brazo, y sin deshacer el contacto de sus labios, empieza a empujarlo hacia el segundo piso. Él se deja llevar, y no necesita tener los ojos abiertos para saber a dónde están yendo.

Gira con ella, y ahora es él quien está jalándola. Sube las escaleras, y llegan a la primera habitación. Él abre la puerta, y tira de ella hacia él, hacia adentro, hacia la cama, muda testigo de todas sus noches de pasión. Y hacen el amor, como si fuese la última vez que lo hicieran, como si supiesen que el mundo está a punto de llegar a su fin, como si lo único que quedara sobre la faz de la tierra fueran sus cuerpos, los cuerpos de ellos dos, amándose. Un grito, y ambos terminan juntos, y se sumen en las sábanas, fundidos en un abrazo.

Y él le susurra un te amo, y ella otro. Y él no necesita que ella lo diga para saber que ha sido perdonado, y que no debe temer a nada, porque la tiene a su lado, y con ella, no va a importar nada, nada más que ellos dos, y el amor que se tienen…


Un crujido de hojas secas hizo que ella abriese los ojos. Suspiró. ¿Tan difícil era apagar la mente, para que dejara de dar vueltas por un momento?

Y de pronto, la puerta sonó. Tres toques, lentos, secos, nítidos. Y ella corrió, con una sonrisa en el rostro, a abrir, a dejar entrar su felicidad.

 Buenas noches. Al parecer los del correo se han equivocado, y dejaron unas cuentas para usted en mi buzón, así que venía a dejárselas. Eso era todo, que tenga buenas noches.

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